En una semana marcada por la calma típica de las fiestas navideñas, los mercados globales se encuentran con un calendario económico escaso, en el que destacan como focos principales los datos del Producto Interno Bruto (PIB) del Reino Unido y de España. Ambos países divulgarán cifras fundamentales de su actividad económica, que podrían ofrecer pistas clave sobre sus respectivas recuperaciones y perspectivas económicas de cara a 2024, en un contexto global todavía afectado por tensiones geopolíticas, inflación persistente y políticas monetarias estrictas.
El Reino Unido dará a conocer este viernes 22 de diciembre su PIB correspondiente al tercer trimestre del año. En un momento en el que la economía británica enfrenta múltiples retos, como los efectos residuales del Brexit, una inflación superior a la de otros países europeos y desafíos en su mercado laboral, las cifras de crecimiento económico serán un indicador crucial para los inversores. Especialmente, se espera que estos datos ofrezcan señales sobre la salud económica del Reino Unido tras los esfuerzos del Banco de Inglaterra para contener la inflación mediante sucesivas alzas de tasas de interés. El mercado ya anticipa una posible contracción o, en el mejor de los casos, un crecimiento moderado.
Por otro lado, España publicará sus cifras finales de PIB del tercer trimestre, las cuales serán observadas con detenimiento por analistas e inversores. La economía española ha mostrado resiliencia en el contexto europeo, impulsada en parte por el dinamismo de su sector servicios y un repunte en el turismo internacional. Sin embargo, las preocupaciones respecto al deterioro de la demanda interna, el encarecimiento del crédito y un entorno internacional desafiante podrían afectar las perspectivas futuras. La revisión o confirmación de los datos preliminares serán determinantes para evaluar las probabilidades de alcanzar las proyecciones oficiales de crecimiento para el cierre de 2023.
En general, ambos informes llegan en un momento crítico para los mercados financieros, que están cerrando un año tumultuoso caracterizado por la incertidumbre económica. Si bien las cifras calman expectativas debido a la cercanía del final del año, siguen siendo un termómetro importante que podría orientar a los inversores sobre las decisiones de política económica que podrían tomar tanto el Banco de Inglaterra como el Banco Central Europeo (BCE) en los próximos meses.
En ausencia de mayores referencias macroeconómicas y con volúmenes de negociación reducidos debido a las festividades, la atención de los operadores podría centrarse en estas publicaciones. No obstante, al tratarse de una semana de bajo flujo informativo, es poco probable que estas cifras tengan un impacto significativo en los mercados en el corto plazo, aunque sí podrían ser útiles como referencia para los análisis prospectivos de 2024.