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El peso mexicano cerró el año 2024 en uno de sus peores momentos, registrando su mayor caída anual desde 2008. Según el portal financiero iEconomia.com, la moneda mexicana acumuló una depreciación cercana al 15% frente al dólar estadounidense, una cifra alarmante que refleja la volatilidad y los desafíos que ha enfrentado la economía del país en los últimos meses. Este desempeño ha encendido señales de alerta tanto en los mercados internacionales como en el ámbito local.

Entre los factores que explican este descalabro figura la actitud más restrictiva de la Reserva Federal de Estados Unidos, que endureció su política monetaria durante gran parte del año. Esto fortaleció al dólar frente a las monedas emergentes, incluido el peso mexicano, que sufrió las consecuencias de la salida de flujos de capital de mercados en desarrollo hacia activos considerados más seguros. Además, la economía mexicana también se vio afectada por un crecimiento moderado y focos de incertidumbre relacionados con las próximas elecciones presidenciales de 2024.

Otro elemento clave en esta caída fue la disminución de la confianza de los inversionistas debido a ciertos cambios en la política interna del país. El endurecimiento en regulaciones energéticas, así como la creciente intervención gubernamental en sectores estratégicos, hizo que varios actores del mercado percibieran un aumento en el riesgo de invertir en México. Esto llevó a varios inversionistas extranjeros a liquidar posiciones en activos denominados en pesos, acelerando su depreciación.

Con el inicio del 2025, los analistas coinciden en que las perspectivas para el peso mexicano son inciertas y dependerán de varios factores. Por un lado, se espera que la política monetaria de la Reserva Federal se modere si la inflación en Estados Unidos logra desacelerarse suficientemente. Esto podría aliviar la presión sobre las monedas emergentes en general. Por otro lado, el desenlace de las elecciones presidenciales en México será determinante para establecer si se mantiene o se recupera la confianza de los inversionistas.

A pesar de este panorama complicado, México podría aprovechar ciertos elementos a su favor, como su posición geográfica estratégica para continuar atrayendo inversiones dentro del marco del fenómeno de relocalización de cadenas de suministro (conocido como nearshoring) y una relación comercial sólida con Estados Unidos gracias al T-MEC. Sin embargo, será crucial que las autoridades económicas y políticas trabajen para reducir las incertidumbres relacionadas con gobernabilidad y regulaciones internas.

En definitiva, el peso mexicano enfrenta un inicio de 2025 lleno de desafíos pero también de oportunidades. Será necesario observar de cerca cómo evolucionan tanto la política monetaria externa como la interna para determinar si la moneda puede revertir parte de las pérdidas sufridas en 2024.

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