El peso mexicano enfrenta un horizonte complicado ante el dólar estadounidense para el año 2024, según un artículo de iEconomia.com que destaca una posible caída del 21% de la moneda mexicana. Este escenario, calificado como una brutal depreciación, ha generado alarma entre analistas y actores del mercado financiero, quienes comienzan a evaluar las principales causas de esta posible trayectoria bajista y sus implicancias para la economía mexicana.
De acuerdo con el informe, la moneda, que cerraría este año con cierta estabilidad, podría pasar de niveles actuales de alrededor de 17 pesos por dólar a registros cercanos a los 21 pesos en el próximo año. Este deterioro sería impulsado por una combinación de factores internos y externos. Entre ellos, destaca el impacto de una política monetaria más laxa del Banco de México (Banxico), que podría reducir las tasas de interés a medida que la inflación se modere. Esta postura contrastaría con la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), que mantiene una postura más restrictiva para combatir presiones inflacionarias.
Un segundo factor señalado son los crecientes temores sobre la incertidumbre política y económica en México, especialmente en un contexto de elecciones presidenciales programadas para mediados del próximo año. La volatilidad que generalmente acompaña a los procesos electorales podría generar una salida de capitales por parte de inversores que buscan refugio en activos más seguros, como el dólar estadounidense.
En paralelo, el declive de la industria exportadora mexicana, una de las principales fuentes de ingresos en dólares para el país, también entra en juego como factor estructural. Las tensiones comerciales globales y una desaceleración de la economía estadounidense, principal socio comercial de México, podrían limitar los flujos de exportación, amplificando la presión sobre el peso.
Otro punto crítico destacado por los analistas es el déficit en cuenta corriente, posible resultado de un mayor endeudamiento por parte del gobierno mexicano para financiar sus proyectos de infraestructura y programas sociales. Esto incrementaría la presión sobre las reservas internacionales del Banco de México para sostener la estabilidad cambiaria, un esfuerzo que, según expertos, podría no ser suficiente para evitar la depreciación.
Este panorama plantea serios retos no solo para la estabilidad financiera del país, sino también para el bolsillo de los ciudadanos mexicanos. Una moneda más débil encarecería las importaciones, lo que podría avivar nuevamente la inflación y golpear el poder adquisitivo de los hogares. A medida que se acerca el 2024, los mercados estarán atentos a las decisiones económicas y políticas que podrían mitigar o empeorar esta situación proyectada.
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