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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha oficializado un importante aumento del salario mínimo para los trabajadores brasileños, firmando un decreto que establece un incremento del 7,5% en el piso salarial. El nuevo monto, que comienza a regir a partir de mayo de 2023, pasa de los 1.302 reales a los 1.320 reales, marcando así un esfuerzo del gobierno por mejorar el poder adquisitivo en un contexto donde la recuperación económica se ha convertido en uno de los principales desafíos del país.

La medida, anunciada previamente durante la celebración del Día del Trabajador el 1° de mayo, es parte de las promesas de campaña de Lula, quien busca reducir las desigualdades sociales y fortalecer el mercado laboral. Este aumento es considerado como un movimiento estratégico por parte de la administración para demostrar un compromiso con los sectores más vulnerables de la población, en un momento en que la inflación sigue siendo una preocupación para la economía brasileña.

La decisión fue acompañada por un reajuste en el rango de exención del impuesto sobre la renta, algo que también había sido prometido por Lula durante la campaña. A partir de ahora, los trabajadores que ganen hasta 2.640 reales quedarán exentos de pagar este gravamen. Según el mandatario, estos cambios representan una victoria para los trabajadores y reflejan las prioridades de su gobierno en términos de justicia social y progreso económico.

En su discurso, Lula enfatizó que este aumento del salario mínimo no solo beneficia a quienes lo reciben directamente, sino que también tiene un impacto positivo en la economía al fortalecer el consumo interno. Alrededor de 60 millones de brasileños se verán afectados de forma directa o indirecta por esta medida, ya sea mediante su salario base o a través de beneficios sociales vinculados al salario mínimo.

Por otra parte, algunos economistas han señalado desafíos potenciales asociados a este aumento, advirtiendo sobre posibles presiones inflacionarias y el impacto que podría tener en las cuentas públicas. Sin embargo, aliados del gobierno defienden la decisión como una herramienta clave para reducir las desigualdades económicas y estimular la actividad económica, especialmente en un país donde la brecha entre ricos y pobres es significativa.

El gobierno de Lula da Silva, a menos de cinco meses de haber asumido el poder, busca reforzar su imagen como defensor de los derechos laborales, mientras enfrenta demandas económicas internas y un panorama externo cargado de incertidumbre. Este aumento salarial será observado de cerca por analistas y miembros del sector privado, quienes evaluarán si realmente logra impulsar el crecimiento del consumo y aportar estabilidad al panorama económico brasileño.

Con estas decisiones, Lula reafirma su enfoque en políticas redistributivas, colocándose en una línea distinta a la de su predecesor, Jair Bolsonaro, y apostando al impacto positivo de medidas dirigidas al fortalecimiento del poder adquisitivo en los sectores más vulnerables.

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