El peso mexicano ha concluido el año 2024 enfrentándose a su desempeño más débil desde la crisis financiera global de 2008, según un análisis reciente de mercados internacionales. La moneda perdió un 19.2% de su valor frente al dólar estadounidense, reflejando una combinación de factores económicos locales y desafíos globales que han golpeado a la economía mexicana a lo largo del último año.
A lo largo de 2024, una serie de circunstancias adversas contribuyeron al debilitamiento de la moneda. En el frente interno, las altas tasas de interés en Estados Unidos, que llevaron al fortalecimiento del dólar, sumaron presión al peso. Paralelamente, la desaceleración en la economía de México, marcada por una caída en la confianza de inversionistas extranjeros y una contracción en sectores clave como las exportaciones manufactureras, generó un entorno de incertidumbre en los mercados financieros.
En el ámbito internacional, la postura más restrictiva de los principales bancos centrales en su lucha contra la inflación, combinada con inquietudes sobre una eventual desaceleración económica global, han creado una atmósfera de aversión al riesgo que penaliza especialmente a las monedas emergentes como el peso mexicano. Además, la volatilidad en los precios de materias primas estratégicas para México, como el petróleo, añadió otro factor de presión a su divisa.
El contexto financiero también estuvo marcado por el impacto de la reducción en las remesas, que durante años han sido un importante pilar para la economía mexicana, y por la incertidumbre política en torno a las elecciones presidenciales de 2024. Estos factores contribuyeron a un clima de menor estabilidad económica, incentivando la salida de capitales en varios trimestres del año.
De cara a 2025, las perspectivas para el peso mexicano son mixtas. Algunos analistas prevén que la economía podría estabilizarse si las tensiones globales disminuyen, mientras otros advierten que el ambiente de incertidumbre podría mantenerse, especialmente si Estados Unidos mantiene su riguroso control sobre la tasa de interés. Una condición clave será la capacidad del nuevo gobierno mexicano de implementar políticas económicas que fomenten la recuperación y reduzcan las preocupaciones de los inversionistas.
Por su parte, el Banco de México se enfrenta al desafío de equilibrar su política monetaria para mantener la inflación bajo control y, al mismo tiempo, estimular el crecimiento económico sin provocar mayores presiones sobre el peso. El desafío será, sin duda, enorme, pero también clave para el desempeño de la moneda en el próximo año.
En suma, el peso mexicano cierra un 2024 complicado, con lecciones importantes para su estabilidad futura. Mientras los mercados y los analistas monitorean de cerca el inicio de 2025, las políticas económicas que adopte México en los próximos meses serán determinantes para el rumbo que tome su divisa.