Bruselas busca alternativas comerciales ante la creciente imprevisibilidad arancelaria de EE.UU.
En medio de una creciente incertidumbre respecto a la política comercial estadounidense, la Unión Europea (UE) ha intensificado sus esfuerzos por diversificar sus relaciones económicas globales, según revela un reciente informe publicado por Investing.com. El bloque europeo percibe que la posible reelección de Donald Trump y su línea arancelaria proteccionista podrían afectar significativamente el comercio transatlántico, razón por la cual se están acelerando negociaciones con otros socios estratégicos.
Durante su primer mandato, el expresidente Trump aplicó una política comercial agresiva, imponiendo aranceles al acero y aluminio europeos bajo el argumento de ?seguridad nacional?, además de diversas medidas contra productos agrícolas y manufactureros del viejo continente. Aunque la administración actual liderada por Joe Biden ha moderado algunas de estas tensiones, aún persisten restricciones en varios sectores clave, lo que ha generado preocupación en Bruselas sobre un posible retorno de políticas proteccionistas si Trump regresara a la Casa Blanca en 2025.
Como respuesta, la Unión Europea está reforzando su estrategia de acuerdos de libre comercio y cooperación económica con socios alternativos a Estados Unidos. Uno de los principales objetivos es América Latina, donde actualmente se busca acelerar la ratificación del acuerdo entre el bloque europeo y el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay). Este tratado, negociado durante más de dos décadas, tiene el potencial de convertirse en una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo.
Además, Bruselas también ha intensificado su diálogo con India, Australia y algunos países del sudeste asiático. El razonamiento detrás de esta estrategia es reducir la dependencia económica de mercados inestables y promover una mayor resiliencia ante posibles crisis comerciales globales. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha enfatizado la importancia de una política comercial más autónoma y sostenible para sortear la volatilidad de las relaciones con Washington.
Por otro lado, se observa un giro en la visión política de varios gobiernos europeos, que comienzan a valorar con mayor fuerza los riesgos geopolíticos asociados a las alianzas económicas. La crisis energética derivada de la guerra en Ucrania ha sido una advertencia clara sobre los peligros de la interdependencia excesiva, lo que ha llevado a diseñar una estrategia más equilibrada que combine valores comerciales con criterios de seguridad y estabilidad.
En este contexto, la Unión Europea se posiciona como un actor pragmático que busca proteger sus intereses económicos sin renunciar a sus principios regulatorios y ambientales. Con una política comercial más activa y orientada a la diversificación, Bruselas intenta blindarse ante posibles vaivenes en la política exterior estadounidense, apostando por un sistema global de comercio más equilibrado y multilateral.