El peso mexicano enfrenta un horizonte incierto hacia el cierre de 2024 y entrada de 2025, según la proyección de analistas consultados en un informe publicado por iEconomia.com. La moneda, que ha demostrado una relativa estabilidad en los últimos meses gracias a una política monetaria estricta y factores externos favorables, podría ver cambios significativos en su desempeño a medida que diversos riesgos globales y regionales empiezan a tomar protagonismo.
Entre los principales factores que se perfilan como amenazas para el peso están, en primer lugar, posibles reducciones de las tasas de interés por parte del Banco de México (Banxico). Actualmente, la tasa referencial se encuentra en niveles históricamente altos, lo que ha ofrecido un colchón frente a la volatilidad global. Sin embargo, los analistas anticipan que el banco central probablemente comience una serie de recortes graduales en 2024 y 2025, lo que podría erosionar el atractivo relativo que tiene el peso frente a otras monedas de mercados emergentes.
Por otra parte, el panorama externo introduce complejidades adicionales. Factores como el endurecimiento de las políticas monetarias en Estados Unidos y Europa, junto con el persistente temor de una desaceleración económica global, han generado incertidumbre en los mercados emergentes. Este contexto podría tener repercusiones para el tipo de cambio del peso, especialmente considerando la relación dependiente de México con la economía estadounidense, su principal socio comercial.
Un elemento clave que aún podría mitigar estos riesgos son los denominados «nearshoring» o relocalización de cadenas de suministro hacia México. Estas inversiones han fortalecido al país en términos económicos, al generar un flujo constante de dólares en el mercado local. Sin embargo, los analistas advierten que factores como el panorama político de las elecciones presidenciales de 2024, la agenda económica de Andrés Manuel López Obrador y la incertidumbre global también jugarán un papel importante en determinar el futuro del peso.
De cara a 2025, el informe señala la posible recuperación de una cierta devaluación en el precio del peso frente al dólar. Esto estaría influenciado por una combinación de la desaceleración de los flujos de inversión en infraestructura cerca del cierre del sexenio actual y una economía estadounidense que podría ejercer menos presión inflacionaria, dando margen al ajuste de los tipos cambiarios.
En este contexto, expertos recomiendan monitorear de cerca las decisiones del Banxico, los movimientos de política monetaria global y los indicadores económicos clave de México. La estabilidad del peso aún depende de una intrincada combinación de factores internos y externos, que mantendrán los mercados atentos a cualquier giro en el tablero económico.
La próxima fase para México promete ser desafiante, pero también llena de oportunidades para ajustar su estrategia económica y preparar el terreno para enfrentar riesgos globales con resiliencia.