En una nueva muestra de descontento social, Grecia fue escenario este jueves de una huelga general de 24 horas que paralizó la mayor parte del país. Organizaciones sindicales de diversos sectores convocaron la medida para reclamar un aumento de salarios y denunciar la creciente inflación que impacta en el costo de vida, una situación que afecta a buena parte de la población.
El paro fue organizado conjuntamente por el sindicato del sector público ADEDY y el principal gremio del sector privado GSEE. Ambos exigieron al gobierno griego que disponga significativos incrementos salariales que se alineen con el alza de precios en productos y servicios básicos, los cuales han mantenido una escalada en los últimos meses, erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores.
Las reclamaciones apuntan a un contexto de creciente descontento por la difícil situación económica que acarrea el país. A pesar de un leve repunte en algunos indicadores económicos, la inflación sigue golpeando con fuerza debido al aumento de los costos energéticos, alimentarios y de vivienda. Las organizaciones sindicales acusan al gobierno de no tomar medidas suficientes para mitigar estos efectos en los sectores más vulnerables.
El día de huelga estuvo acompañado de múltiples manifestaciones en diferentes ciudades del país. En Atenas, la capital, miles de personas se movilizaron en un clima de tensión y fuertes medidas de seguridad. Los manifestantes llevaban pancartas con consignas como «no más pobreza» y «aumenten los salarios, protejan la vida», y criticaban la falta de soluciones efectivas por parte del gobierno del primer ministro Kyriakos Mitsotakis.
La protesta afectó severamente el funcionamiento de servicios clave en el país, como el transporte público, la educación y el sector salud, donde los trabajadores también denunciaron condiciones laborales cada vez más precarias. Paros en hospitales, cierre de escuelas y paralización casi total de puertos y aeropuertos fueron algunas de las principales afectaciones que dejó el movimiento sindical.
La situación económica en Grecia continúa bajo observación, ya que el país, luego de haber atravesado por una severa crisis económica que duró casi una década, ha mostrado signos de recuperación en términos macroeconómicos. Sin embargo, el crecimiento aún no se ha traducido en mejoras tangibles para el conjunto de la población, que enfrenta diariamente la erosión de sus ingresos y el aumento del costo de vida. Además, la situación europea en torno a los precios de la energía y la inflación generalizada han exacerbado el problema.
El gobierno no se ha pronunciado formalmente sobre los reclamos de los sindicatos hasta el momento, pero el contexto de malestar social sigue escalando y podría derivar en nuevas medidas de fuerza si no se presentan respuestas claras en las próximas semanas. Una mayor presión de los sindicatos y organizaciones sociales pone al gobierno en una situación compleja, con elecciones programadas para el próximo año.